lunes, 20 de septiembre de 2010

En busca de Dios

¿En qué se parecen una japonesa budista y un colombiano católico? En que a ninguno de los dos les interesa tener una discusión de religión con un turco musulmán.
Hace ya algunos semanas me encontraba con unos compañeros de clase en uno de los millares de pubs que hay en esta ciudad y al final de cuentas terminamos hablando del tema religioso con los últimos asistentes: un turco y su novia japonesa, una pareja que hace algún tiempo hubiera sido extraña encontrar, pero que ahora es el resultado de la ya famosa globalización. Al principio fue sólo compartir los principios de cada religión y lo relacionado con sus bases, pero luego de algunos diálogos, y algunas cervezas, el musulmán hizo el primero de una serie de fuertes interrogantes: '¿Pero cómo pueden ustedes tener tres dioses? Eso es contra la ley divina, además me puedo basar en el Qu'ran para asegurarles que ustedes están equivocados'. En ese momento intentaba recordar las clases de religión del colegio y me preguntaba a mi mismo: '¿En cuál encíclica de cuál papa está la respuesta para este muchacho?'. Todo se complicó cuando le pregunté, sólo para entrar en el calor de la discusión, el porqué no podía comer carne de cerdo, haciéndole una amable invitación a degustar de tan porcino placer. Antes de responderme ya tenía los ojos desorbitados y ansioso por mandarme el ejército otómano para que cambiara mi opinión. La solución para sus problemas de tensión fue ir a comprar otra cerveza, que es una de las prohibiciones musulmanes, mientras su novia se disculpaba conmigo diciéndome que él era algo irracional con el asunto.
Pero si quisiera hablar de gente que si cumple al pie de la letra las indicaciones divinas y cumple funciones representantivas de Dios en la tierra, justo la semana pasada estuvo en esta ciudad Su Santidad Benedicto XVI. Para quién no lo conozca, tendré el gusto de presentarlo: De nombre original Joseph Ratzinger, el nacido alemán es el sucesor del carismático Juan Pablo II y reconocido por ser un hombre de caracter recio y del ala rígida de la iglesia católica.
La llegada a Londres de Benedicto XVI generó protestas por doquier, desde la congregación de cerca de diez mil personas en Picadilly Circus, una plaza emblemática de la ciudad, hasta la publicación de comentarios de todos los calibres en las editoriales de los periódicos serios, y de los gratuitos también. Pero no todo fueron críticas, una muestra de la gran aceptación del Sumo Pontífice en Londres fue la reunión de cincuenta mil fieles en Hyde Park, con entradas que inicialmente fueron vendidas a diez libras (dieciseis dólares) pero que ante la insistencia en el alto costo, fueron rebajadas a la mitad de precio. Como el otoño está empezando y llovía por esos días, se conviertió el encuentro en una especie de Woodstock católico.
Pero quiero ser muy honesto, la gente ha venido criticando a Su Santidad y considero oportuno el momento para salir en su defensa: ¡No hay respeto con la gente que se sale del canon de belleza! ¿Acaso tiene él la culpa de tener un parecido muy cercano con la ilustración que del Maligno se ha hecho? ¿Acaso es el responsable de ser tan parecido su cara con personificaciones de malhechores realizadas por el séptimo arte? Pido respeto por el hombre que debe soportar sus ochenta y muchos años de vida y cientos de reclamos por, entre otras cosas: violaciones de niños, uso de preservativos, posición con respecto a las guerras y ordenación de sacerdotes mujeres.
En este punto puedo afirmar: ¡Que bueno no estar en los zapatos del viejito!

Original AFP